domingo, 23 de abril de 2023

ELVIS SIMPHONY SHOW

Palau de Congresos, Valencia - 22 de abril de 2023

Sentimientos contrapuestos es lo que me quedó tras ver ayer este espectáculo.

¿Era buena la orquesta? Fantástica.

¿Era buena la banda? Sin duda lo era, muy buena.

¿Era bueno el conjunto de coristas? También de alta calidad, con muy buenas voces.

¿Era bueno el cantante? Sinceramente, estupendo.

¿Era bueno el repertorio? Yo diría que difícilmente mejorable.

Y entonces, ¿cuál es el problema? Pues desde mi punto de vista, uno muy sencillo y evidente: sobraba todo el "teatrillo" que rodeó a la parte musical del concierto.

Cuando hablo de "teatrillo" me refiero a algo tan manido como lo de que el cantante salga disfrazado de Elvis en los 1970's, es decir, con uno de esos monos llenos de pedrería y demás parafernalia... A que se dedique a imitar todos los gestos y tics de Elvis en los conciertos de la época... A que se ponga a repartir pañuelos que le va proporcionando uno de los músicos en el papel de Charlie Hodge...

De verdad, creedme, no soy de los que se ofenden por ver a un imitador de Elvis, a un impersonator, haciendo un show... No, ni siquiera me molesta un poco, sobre todo si veo que lo hace con conocimiento del terreno que pisa y con respeto hacia la figura del Rey del Rock. No pertenezco al grupo de los "ofendiditos", tan en boga hoy en día en casi cualquier ámbito...

Pero, con unos músicos tan buenos detrás, con unas voces de tanta calidad en los coros y con un cantante sobrado de voz, ¿es necesario disfrazarse? Mi opinión es que no. Radicalmente, no. Creo que si el cantante saliese vestido "de él mismo", si se eliminase la parte frívola del show, este ganaría mucho pues el público estaría a lo que creo hay que estar cuando hay, insisto, tantísima calidad musical sobre el escenario: a la música y a las voces.

En cambio, parte del público (y de todas las edades, oye) estaba más pendiente de gritar con los movimientos de cadera, del temblor de pierna o de correr a los pies del escenario para recibir un pañuelo de manos del sosias de Elvis (digo sosias... y lo era de lejos y sin gafas, porque con gafas el parecido en lo físico quedaba solo en la vestimenta, que es lo que suele pasar con los impersonators)...

Pero claro, viendo las reacciones mayoritarias del público (a simple vista yo diría que se rozó el lleno), creo que yo pertenezco a la minoría, pues probablemente más del 90% de los que nos congregamos en el valenciano Palau de Congresos querían ver justo lo que se ofreció. Y puede que hasta me quede corto en el porcentaje.


Y tras este circunloquio sobre lo humano y lo divino, voy ya de lleno a lo que me interesa más: lo puramente musical.

He dejado ya escrito al inicio que la orquesta, perteneciente a la Fundación Excelentia, me pareció fantástica y es que los músicos son de una muy alta calidad, claro. Sonaron muy bien encajando sin el menor problema su formación clásica con el repertorio setentero de Elvis. Y lo mismo cabe decir de la John Mencis Band, la banda que se encargó de poner el toque rocanrolero y lo hicieron sin fallo, así como el grupo de coristas... A ver, no son Joe Guercio y sus músicos; ni James Burton, Jerry Scheff, John Wilkinson, Ronnie Tutt, Glenn D. Hardin y Charlie Hodge; ni tampoco J.D. Sumner, ni las Sweet Inspirations, evidentemente... Pero son músicos de una calidad indiscutible e hicieron interpretaciones que sonaron a las mil maravillas. Del mismo modo, el cantante hizo gala de una voz envidiable (sin ser la de Elvis, por supuesto) y lo demostró luciéndose en "How Great Thou Art", "My Way" o "Sweet Caroline"...

Por lo que respecta al repertorio, me pareció muy bien escogido, hecho por alguien con conocimiento de causa, y se basó en el de los conciertos de Elvis tras su vuelta a los escenarios, arrancando con la orquesta haciendo el "Also Sprach Zarathustra" y siguiendo, ya con el cantante en el escenario, con "See See Rider", "Burning Love", "Polk Salad Annie", "Johnny B. Goode", "American Trilogy", "Suspicious Minds", "Kentucky Rain" (la única que no me gustó, porque la aceleraron demasiado, lo que creo que le hizo perder sentimiento) o las ya citadas en el párrafo anterior entre otras, hasta cerrar con el consabido "Can't Help Falling In Love", aunque luego hubo un par de bises, con la orquesta en solitario atreviéndose con un "medley rocanrolero" y, ya de nuevo con el cantante sobre el escenario, el cierre definitivo con "If I Can Dream" (sí, por supuesto, con el cantante vestido con un traje blanco como Elvis en su regreso de 1968).

Eso sí, evitaron decir por megafonía aquello de "ladies and gentlemen, Elvis has left the building" cuando el cantante salió del escenario... Seguro que alguien lo echó de menos pero yo, con toda sinceridad, lo agradecí. Todo tiene un límite.

En resumen: si le quitas la sobadísima manía de disfrazarse, el espectáculo mereció la pena pues la calidad musical es más que evidente... Y oye, ya que a Elvis le ha dado por no actuar en directo desde 1977... pues quien no se consuela es porque no quiere.


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